Desde la ropa que vestimos hasta los alimentos que consumimos, parece probado que el verano tiene un gran impacto en el comportamiento de nuestra demanda.

Si pensamos en los factores que intervienen en este periodo del año, el primero que nos viene en mente es el buen tiempo. Pero no es esta característica la única que debe tenerse en cuenta a la hora de planificar nuestra gestión de la cadena de suministro, y más aún si hablamos de una compañía Retail cuyo modelo de negocio se basa en la venta directa a consumidor final. En este sentido, es vital que los Retailers trabajen con procesos de previsión de demanda rigurosos que aúnen datos sobre históricos de demanda, tendencias emergentes, estacionalidad y promociones planificadas.

Correctamente gestionado, el verano puede significar, para muchas compañías, una gran oportunidad de incrementar sus ingresos. Sin embargo, una no óptima planificación de los procesos relacionados con la cadena de suministro puede evidenciar tensiones que se traduzcan en ineficiencias y pérdida de oportunidades de venta.

Ejemplo de aspectos a tener en cuenta para obtener la óptima planificación de nuestra cadena de suministro es el factor de la estacionalidad de la demanda que en muchas ocasiones aparece en esta etapa estival. El grado en el que la empresa sea capaz de conocer la estacionalidad que se encuentra presente en el patrón de su demanda determinará, en parte, el éxito de su planificación: ¿Es mi producto estacional? ¿Lo es en todos los puntos de stock a gestionar? ¿Existen tiendas que por su ubicación hacen que sus artículos expuestos sufran estacionalidad? Estas serán algunas de las cuestiones cuya respuesta y gestión marcarán el nivel de acierto.

Si atendemos a dos de los grandes sectores de la red de Retailers existente, moda y alimentación, ¿Cómo les afecta estos meses de verano?

El sabor del verano – Alimentación

Nos situamos en una cadena de supermercados y vamos a tomar como ejemplo la venta de carne fresca. Está probado que la meteorología tiene un enorme impacto en los productos frescos que se compran, siendo más del 50% de los consumidores quienes afirman que centran parte de su compra en base al mismo. Esta situación exige al Retailer la máxima agilidad gestionando sus stocks en consecuencia, asegurando que el consumidor final encuentre en nuestro establecimiento siempre aquello que está buscando. Si a esto le añadimos la corta vida útil de esta tipología de productos, el reto está servido. Una gestión deficiente conllevará un extra de costes logísticos, incremento de producto que terminará en merma, y la insatisfacción del cliente por la poca disponibilidad del producto que demanda.

El tercer factor a tener en cuenta cuando nos enfrentamos a la gestión la cadena de suministro de los productos frescos en supermercados es la propia estacionalidad de la demanda del producto en función del día de la semana. Las cortas caducidades que presenta esta tipología de producto exigen gestionar las previsiones a nivel diario, asegurando no solo que el consumidor encontrará el producto que está buscando, sino que lo encontrará en perfectas condiciones. Así pues, gestionar las previsiones a nivel semanal (prever la demanda del producto de forma agregada contemplando todos los días de la semana) no será suficiente en este caso.

La naturaleza de las ventas en Fashion

Los Retailers del sector moda se enfrentan, igual que en el sector alimentación, a una serie de retos durante los meses de verano que exigen la atención especial de sus procesos logísticos. Maximizar la venta de producto a “full price”, optimizar la disponibilidad de producto en su red de tiendas, adecuar el surtido (anchura y profundidad) a la demanda estacional propia de estos meses y conseguir un óptimo control de las promociones propias del sector son solo alguno de estos retos.

Si lo comparamos con el sector alimentación, los obstáculos que nos encontramos son dispares. Atendiendo al surtido, en moda nos encontramos, a diferencia de en alimentación, una renovación mucho más constante del mismo. Las referencias “nacen” y “mueren” en un espacio de pocos meses, por lo que la gestión debe de adaptarse a este dinamismo. Por otro lado, en moda no encontramos la caducidad propia del sector alimentación, por lo que en este sector, exceptuando casos puntuales, una óptima gestión de la previsión de la demanda a nivel semanal es suficiente (sin necesidad de bajar las previsiones a nivel diario).

Un proceso clave que maximiza la posibilidad de éxito cuando un Retailer de moda encara los meses de verano se encuentra en acertar con la distribución inicial del producto. Una mala decisión al respecto dará como resultado un incremento de costes logísticos en el afán de corregir los errores iniciales.

Así pues, es importante tener en cuenta todos los condicionantes posibles que ayuden a minimizar el riesgo de error en esta distribución inicial: estacionalidades, tendencias, patrones de comportamiento, capacidades de tienda, objetivos de venta por categoría de producto… son solo algunos de estos condicionantes. En este punto, tendrá una gran importancia el grado de categorización de producto que maneja la compañía. Cuanto mayor sea dicha clasificación, mayor serán los cruces de información que se podrán realizar y mayor será la probabilidad de acierto de la distribución inicial de producto en tienda.

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